Toca madrugar, aunque eso no es problema, con el cambio horario (hay 8 horas de diferencia) llevamos rato despiertos. A las 6 de la mañana estamos desayunando, porque en media horita nos vienen a buscar para trasladarnos al Parque Nacional de Tortuguero. En el desayuno preguntamos al chef: nos prepararon una tortilla y gallo pinto (que no dejaríamos de probar en ninguna de nuestras próximas comidas). Fruta, zumos naturales, café y una magdalena de Schar (de las que habíamos traído) completaron nuestro desayuno sin.
Por el camino vimos nuestro primer volcán echando humo: Volcán Turrialba.
Y saliendo del Parque Nacional de Braulio Carrillo, cruzamos el Río Sucio, un río de color naranja por los minerales volcánicos que arrastra del Volcán Irazú.
Rumbo a Tortuguero paramos en el Restaurante El Ceibo para volver a desayunar, ya que el camino era largo. Más gallo pinto (frijoles con arroz y verduritas) y fruta, fueron nuestros tentempiés. La verdad es que teniendo piña nos sobraba todo lo demás ¡Qué buena estaba! Mil piñas tienes que comprar aquí para que te salga una como cualquiera de las de allí.
Mientras descansábamos un rato antes de proseguir con el viaje, pudimos observar ya los primeros animalitos: perezosos y ranitas venenosas.
Continuamos nuestro viaje a través de campos de bananas hasta llegar a un embarcadero, donde nos esperaban las lanchas que nos llevarían hasta Tortuguero.
El viaje en lancha duró más de una hora, pero mereció la pena. Los paisajes que nos encontramos fueron impresionantes, y la naturaleza nos mostró alguno de sus encantos. Animales salvajes se fueron cruzando por nuestro camino, pero me quedé tan embelesada, que no hice casi fotos.
Llegados al hotel Pachira Lodge, un cóctel de Bienvenida, asignación de habitaciones y a comer, que ya iba siendo hora. Informamos de la celiaquía de mi marido, y la verdad, es que no tuvimos demasiado problemas. La comida en el hotel era sencillita, normalmente gallo pinto, verduras, ensaladas, y alguna carne o pescado. De postre fruta, y alguna vez un dulce, pero vamos, que nunca tuvimos ningún problema en elegir algún plato sin gluten.
Por la tarde visitamos el Pueblo de Tortuguero, con una playa poco apetecible para los humanos pero perfecta para que las tortugas aniden. Eso, lo disfrutaríamos la siguiente noche.
Nos fuimos pronto a dormir, que el día siguiente iba a ser duro: a las 5:00 am teníamos la primera actividad.
Mientras descansábamos un rato antes de proseguir con el viaje, pudimos observar ya los primeros animalitos: perezosos y ranitas venenosas.
Continuamos nuestro viaje a través de campos de bananas hasta llegar a un embarcadero, donde nos esperaban las lanchas que nos llevarían hasta Tortuguero.
El viaje en lancha duró más de una hora, pero mereció la pena. Los paisajes que nos encontramos fueron impresionantes, y la naturaleza nos mostró alguno de sus encantos. Animales salvajes se fueron cruzando por nuestro camino, pero me quedé tan embelesada, que no hice casi fotos.
Llegados al hotel Pachira Lodge, un cóctel de Bienvenida, asignación de habitaciones y a comer, que ya iba siendo hora. Informamos de la celiaquía de mi marido, y la verdad, es que no tuvimos demasiado problemas. La comida en el hotel era sencillita, normalmente gallo pinto, verduras, ensaladas, y alguna carne o pescado. De postre fruta, y alguna vez un dulce, pero vamos, que nunca tuvimos ningún problema en elegir algún plato sin gluten.
Por la tarde visitamos el Pueblo de Tortuguero, con una playa poco apetecible para los humanos pero perfecta para que las tortugas aniden. Eso, lo disfrutaríamos la siguiente noche.
Nos fuimos pronto a dormir, que el día siguiente iba a ser duro: a las 5:00 am teníamos la primera actividad.